Nos gastamos una media aproximada de 2.000 € al año en compras superfluas. Un dato que nos cuesta reconocer, aunque va en aumento. Creer que cuántas más cosas podemos comprar mejor nivel de vida tenemos es un error. Es más, la experiencia apunta que en general toda esa cantidad de cosas que adquirimos, con el fin de mejorar nuestra vida, no hace más que complicarla. Me equivoco?
Nos han educado creyendo que el status o el nivel de vida nos lo ofrecen todo aquello que podemos adquirir con dinero. Cosas materiales, claro. Porque el talento, la creatividad, la imaginación… la amistad y el amor no se compran. Aun así seguimos pensando que cuántas más cosas podemos comprar mejor nivel de vida tenemos. Es el ‘tanto tienes tanto vales’ y la pregunta es .. vales qué? o qué vales?
Compramos y compramos. Acumulamos y la lista de necesidades creadas aumenta, se hincha; a veces hasta reventar. Y es ahí, en ese preciso momento, cuando una despierta sumergida en una espiral de consumo que se la va tragando. Engulléndola a ella y a su economía familiar. Entonces no te queda más remedio que salir del torbellino y decir ‘ basta’ . No es fácil, pero con voluntad lo consigues y aprendes que vivir es más económico de lo que te han hecho creer y sobretodo más sencillo.
Cuando llegas a este punto de descontaminación del consumismo y lo observas de lejos te das cuenta que solo debes comprar lo que necesitas. Para que más? El problema es que durante tanto tiempo nos hemos creado necesidades falsas que ya no sabemos como diferenciarlas de las necesarias. ¡Cómo lo hacemos? Simple, eliminemos el comprar por comprar, por sentirnos bien, porque eso solo dura un rato y luego… ¡Luego qué haces con todo lo que has comprado y que no te hace falta?
Hemos de acostumbrarnos a hacer una lista, a preguntarnos antes de comprar qué necesitamos realmente para vivir y apuntar solo lo necesario. Y de paso no esta mal que pensemos en invertir , en utilizar ese dinero que hemos despilfarrado en compras innecesarias y aprovecharlo para vivir una experiencia, un viaje por ejemplo. O colaborar con algo creativo en tu barrio, en proyecto social colectivo o ayudar a algún vecino o vecina. Eso da más satisfacción que comprar por comprar.
En la vida hay momentos inolvidables por experimentar en vez de ir de compras, de consumir por consumir , de acumular hasta llegar al extremo de sufrir el síndrome de Diógenes. Es importante saber que a la tumba no nos vamos a llevar nada y francamente quien quiere ser la más rica del cementerio?