Ariel es un niño triste. Tan triste que una no puede dejar de pensar en él, en sus ojos negros como la noche donde se asoman por igual el miedo y la vergüenza. Quien sabe si la esperanza…
Le imagino atrapado entre dos mundos, el de su comunidad originaria allá en el campo sin luz ni agua potable y el de la escuela con una sala de ordenadores sin acceso a internet.
A Ariel algún gato de la calle le comió la lengua. O es la pobreza la que le condena al silencio?