Ocupación, odio, humillación tres palabras para definir la violación continua de los derechos humanos que cada día sufren los palestinos. Son 67 años de invasión, de desplazamiento de un pueblo que resiste con fuerza dentro de su territorio materno. He visitado Palestina y he podido constatar la barbarie, el genocidio, las consecuencias de una masacre continua sobre una población desprotegida. Como dijo Eduardo Galeano el ejército israelí no mata por error mata por horror. Niños, mujeres, civiles se usan como escudos humanos, son asesinados a las puertas de sus casas, en sus barrios mientras el mundo permanece indiferente.
Izzya Ahmad aún sigue esperando que regrese su hijo muerto por el ejército israelí el 8 de agosto del 2014. Mohammed Ahmad tenía 19 años cuando la bala de un militar judío le dio directo al corazón. Era un blanco fácil porque llevaba una camiseta de solidaridad con la masacre que vive Gaza. Un palestino más entre otros en medio de una manifestación en Ramala, capital de Palestina. Ese fue su delito protestar por el genocidio que comenten los israelís en su tierra. Su madre se pregunta por qué. “No guardo rencor- dice-porque no quiero que los judíos ocupen mi corazón, ni la parte más oscura del mismo; pero creo en la resistencia, en la necesidad de seguir luchando”.
La misma suerte corrió Issa Khaled, de 23 años, asesinado una semana antes de su boda muy cerca de su casa, en el Campo de Refugiados donde vivía junto a su familia en Ramala. Estaba en la misma manifestación que Mohammed, eran amigos, dos amigos muertos por el ejército israelí. Su novia Samah Ahmad asegura que los palestinos viven sin derechos, sin paz y pide a los organismos internacionales que miren hacia Palestina. “Deben saber lo que pasa aquí, como los judíos matan a los nuestros indiscriminadamente por la sed de matar”. Samah se ha convertido en una joven líder, una universitaria dispuesta a contar al mundo lo que pasa en su país.
Los Campos de Refugiados en Palestina están llenos de fotografías de jóvenes muertos, asesinados por los militares judíos. En la mayoría de las puertas de las casas hay un pequeño homenaje a sus mártires y en el interior de las viviendas es como si continuasen vivos. Los niños crecen así, con ellos como ejemplo de resistencia.
Ocupación, humillación
El barrio antiguo de Hebrón es un ejemplo de la ocupación constante, de la humillación diaria que sufren los palestinos en sus propias casas. Hay numerosos “checkpoints” o controles militares para entrar y salir, insultos, a veces violaciones de jóvenes, de niños. Vulneración permanente de los derechos humanos, un exterminio silencioso que rompe vidas, que mata.
Los colonos israelís van ocupando calles, construyendo sus casas, su sinagogas y expulsando a los palestinos. Hay unos 500 colonos judíos viviendo en el casco antiguo de Hebrón y para “protegerlos” hay unos 3000 soldados israelíes repartidos por todo Hebrón. A vista de pájaro una se da cuenta que esta ciudad se muere por dentro, agoniza a pesar de la resistencia.
En Hebrón nos abre las puertas de su casa un palestino que vive con las ventanas cerradas por miedo a las balas de los militares israelís. Fueron los soldados judíos los que mataron a su mujer embarazada mientras subía a ver el depósito de agua. Ese fue su crimen ver si había o no suficiente agua para la casa. El joven viudo nos permite sacar unas fotos de la vivienda que heredo de sus abuelos, hoy atrapada en medio de una colonia judía, aislado entre alambradas. Como él miles de familias viven esta situación en Palestina. La ocupación es constante, invasiva, destructiva.
Si en 1947 el pueblo árabe poseía el 92 por ciento de la tierra en la actualidad su territorio se ha reducido al 22% de la Palestina histórica, Israel se lo ha arrebatado. Decenas de asentamientos han ido invadiendo y generando una guerra sin cuartel donde han predominado secuestros, atentados suicidas, asesinatos y feroces combates entre ambas comunidades, lo que ha dejado al menos 52 mil 320 muertos y miles de heridos.
Aunque Naciones Unidas sigue llamado a la calma y a la negociación pacífica, lo que es una realidad es que el pueblo palestino sigue sufriendo el acoso y exterminio por los ataques israelíes en todos los frentes.
Holocausto a una infancia.
Más de 400 niños han muerto y 2.500 han resultado heridos por los bombardeos del Ejército israelí en la ofensiva en Gaza. Una cifra escalofriante a la que es importante añadir los 370.000 niños que necesitan ayuda psicológica para poder intentar sobreponerse de alguna manera al trauma vivido.
Mohmad Ata es un niño de 14 años al que el ejército israelí ha dejado en una silla de ruedas. Los militares le dispararon al salir de colegio camino hacia su casa. El mismo no entiende porque una bala le ha dejado minusválido. Visión Z ha estado en su casa y ha escuchado su testimonio. “Es muy difícil- dice- aceptarlo, no poder jugar nunca más al fútbol con mis amigos. No entiendo a los soldados… porque me dispararon a mí, tampoco entiendo esta guerra. Lo que quiero es que el mundo sepa lo que está pasando aquí y nos ayuden”.
El caso de este niño es uno más, se calcula que hay más de mil menores que han quedado mutilados de forma permanente a causa de los bombardeos de Israel contra civiles en territorio palestino.
Pero la agresión que viven los niños palestinos tiene muchas caras y es continua. Todos los días hay niños heridos de balas en Palestina, dice Khader Rasras, psicólogo clínico y director del Centro de Tratamiento y Rehabilitación para Víctimas de la Tortura (TRC) de Ramallah “Los niños son detenidos presos y llevados a cárceles de Israel. Los mantienen aislados y después de tres semanas tienen acceso a un abogado. Padecen violencia física, les infunden miedo”.
El TRC tiene un archivo de documentación de los casos de tortura que sufren los palestinos. En un año se ha multiplicado considerablemente estas prácticas, manifiesta el doctor Khader Rasras, “El daño que están causando los judíos a los palestinos es incalculable, inhumano. Hay crímenes, hay violaciones y el día a día se vive con dolor, con secuelas físicas y psicológicas lamentables” Más del 40% de los hombres en Palestina ha sido detenido al menos una vez, hay unos 11.000 palestinos en cárceles israelíes; no se conocen los nombres de muchos ni sus causas, pero la mayoría han sufrido el sabaj (colgar al interrogado, desnudo, con los brazos a la espalda o sobre la cabeza)».
Israel está cometiendo crímenes de genocidio contra los palestinos cada día a cada hora. Crímenes todos ellos condenables en el derecho internacional y perseguidos por el Tribunal Penal Internacional. Mientras Palestina resiste ante la hipocresía mundial, la indiferencia de los países que rinden tributo a la sagrada impunidad. A pesar de todo Palestina se levanta cada mañana y resiste.